El autor del retrato de la famosa niña afgana de hojos verdes, está siendo cuestionado por la manipulación de sus imágenes.
Un buen puñado de instantáneas extraídas del blog de su propia web, tras la digitalización del propio autor, han sido comparadas con las publicadas en sus libros,
que están mucho más trabajadas. Y aunque las diferencias parecen pequeñas: un niño suprimido por aquí, un
brazo sin dueño por allá, una señal de tráfico que estorba o una ventana sobre
una pared que merece ser borrada, la manipulación es evidente.
Los profesionales del fotoperiodismo afirman que si se hablara de fotografía artística o
publicitaria, no habría nada que objetar. Pero si nos movemos en el campo de la
fotografía documental, en el que el fotoperiodista Steve McCurry es una
auténtica leyenda, constituye un escándalo.
El autor al principio echó la culpa a
su asistente y lo despidió, asegurando que él no sabía usar
Photoshop a ese nivel. Después, en una
entrevista en Time, aseguró: "Yo no soy un fotoperiodista sino un
contador de historias. Yo tomo mis imágenes con un sentido estético",
una excusa que parece absurda en quien ha publicado muchas fotografías como
portada del National Geographic.
El problema radica en que casos parecidos, como el del fotógrafo mexicano Narciso Contreras, provocaron su despido de Asociated Press y vió como le retiraban su premio Pulitzer
por hacer desaparecer una cámara que se había colado en una
toma de un soldado sirio.
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