La obra de Francesc Català-Roca (Valls 1922-Barcelona 1998)
constituye la piedra angular de la fotografía documental en España.
Nadie como él supo intuir primero y construir después un discurso pleno
de autenticidad, fe y consciencia en el lenguaje de las imágenes. El
reportaje fotográfico logró con su trabajo una sintaxis nueva, una
estructura firme y decidida, alejada sin titubeos de cualquier tentativa
experimental y de cualquier ambición artística.
Viajero incansable, recorrió España y retrató los vertiginosos
cambios que se producían en los campos y las ciudades: el conjunto de su
obra es un magnífico retrato del siglo XX -que se puede relacionar con
lo que hacían, al otro lado de los Pirineos, Robert Doisneau o Henri
Cartier-Bresson-, y su incansable dedicación a la tarea de describir
este país a lo largo de tres décadas nos ha dejado un legado de más de
200.000 negativos impecables, ya que en su esmero por desechar lo
superfluo, destruyó todo disparo imperfecto.
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